miércoles, 11 de enero de 2017

El ímpetu de algunas palabras

Hay poemas que braman por salir, que te enrollan con su trompa de acero candente para que les abras la puerta. Y uno termina claudicando ante esa fuerza monstruosa. Es eso o soterrar el dolor, que termina sintiéndose como un ancla que genera un vórtice interno que te hunde hacia ti mismo. Son poemas violentos, impíos, con olor a brea y sal. 

Hay poemas que tiran de tus faldas pidiéndote salir. Son poemas traviesos, juguetones, dulces, coloreados por montañas infinitas de ternura y de ilusión. Hoy, este poema niño me pide salir a jugar; ya no puede esperar a terminar sus tareas ni espectar lo que pueda ocurrir. Y yo le he sonreído dulcemente y le he abierto la puerta... A jugar. 

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